¡Qué pena!
Qué
pena me dan los muertos.
Cuando
los imagino a todos, allí,
en
sus cementerios, tan quietos,
rodeados
de tanto silencio.
Qué
pena me dan tan callados.
Sería
mejor que todos hablaran
y
contaran el dolor que sufrieron,
hasta
que la muerte se hizo con ellos.
Qué
pena me dan que no cuenten,
además
del dolor de la muerte,
la
falta de comprensión ajena,
rodeada
de su dura decadencia.
Ellos
fueron los primeros en notar,
qué
rápido lo importante se olvida,
qué
pronto todo se cae de las manos
y
qué fácil la muerte domina la vida.
Qué
pena me dan los muertos,
allí,
tan quietos, tan callados,
todos
rodeados de tanto silencio
y
sin contar el dolor que sufrieron.
Y
recordando a nuestros muertos,
no
deberíamos olvidar a los vivos.
¿Hasta
cuándo vamos a consentir,
que
tantos mueran al comenzar a vivir?
No hay comentarios:
Publicar un comentario