domingo, 18 de noviembre de 2018

Poema 3º. Mis terceros veinte años

 
 
 
 
Mis terceros veinte años 
  
Mientras nos ocurren tantas cosas,
por otro lado, también sigue la vida:
amor, pareja, política, trabajo, estudio, escuela.
Vida activa, confianza, miras desde la atalaya,
parece que no hay fin. Todo empieza, nada termina.
 
Pero se van cumpliendo los años,
se acumula la experiencia y comienzas a ver fallos.
La juventud ahora, la miras desde enfrente,
parece más bien resorte que tira hacia no sabes dónde.
Ahora sí son problemas: el sufrimiento de los tuyos aflora.
 
Tratas de mantener la fuerza, luchas con fiereza,
pero ya intuyes la flaqueza. Tienes cincuenta años.
La seguridad da paso a los miedos
que tratas de arropar con los tuyos.
Te aferras, ahora también con necesidad, al grupo.
 
Por otro lado, llega la muerte de tus mayores,
siempre tan dolorosa, siempre tan callada.
Tanto la extrañas, porque no la esperas.
Tanto, que te hace daño, que te conmueves,
que cada vez más, ves lo cerca que la tienes.
 
Ya compruebas cómo día a día, los recuerdos dominan,
está más presente el vacío, o lo que es lo mismo, la nada.
Todo está aquí y ahora: dolores, sueños, alegrías y penas.
El tiempo no es oro, es tiempo de vivir, el tiempo no espera.
El tiempo y la necesitada calma ya de ti se apoderan.
 
Cansado vuelves a casa, las heridas ya no curan fácilmente.
Compruebas que, casi siempre, se apoderan, perduran.
Ya con sesenta, infancia, juventud, amistad y vida pasada
son lugares míticos. Tu pareja te mira complaciente,
entiende, ayuda, sonríe y comprende. (Casi siempre).