Mientras nos ocurren tantas cosas,
por otro lado, también sigue la vida:
amor, pareja, política, trabajo,
estudio, escuela.
Vida activa, confianza, miras desde la
atalaya,
parece que no hay fin. Todo empieza,
nada termina.
se acumula la experiencia y comienzas
a ver fallos.
La juventud ahora, la miras desde
enfrente,
parece más bien resorte que tira hacia
no sabes dónde.
Ahora sí son problemas: el sufrimiento
de los tuyos aflora.
pero ya intuyes la flaqueza. Tienes
cincuenta años.
La seguridad da paso a los miedos
que tratas de arropar con los tuyos.
Te aferras, ahora también con
necesidad, al grupo.
siempre tan dolorosa, siempre tan callada.
Tanto la extrañas, porque no la
esperas.
Tanto, que te hace daño, que te
conmueves,
que cada vez más, ves lo cerca que la
tienes.
está más presente el vacío, o lo que
es lo mismo, la nada.
Todo está aquí y ahora: dolores,
sueños, alegrías y penas.
El tiempo no es oro, es tiempo de
vivir, el tiempo no espera.
El tiempo y la necesitada calma ya de
ti se apoderan.
Compruebas que, casi siempre, se
apoderan, perduran.
Ya con sesenta, infancia, juventud,
amistad y vida pasada
son lugares míticos. Tu pareja te mira
complaciente,
entiende, ayuda, sonríe y comprende.
(Casi siempre).