Sentado
en mi vieja casa, junto a la ventana,
la
que da a la calle, veo un cielo azul y limpio,
uno
de esos que quedan después de llover.
También
veo cerca pajarillos que revolotean.
A
esta otra parte del salón, frío e impecable,
están
los mismos muebles de siempre.
Al
mirarlos compruebo que todo sigue igual,
todo
sigue igual que tú lo dejaste hace tiempo.
De
nuevo, la soledad me invita
a
recordar tus caricias con fuerza,
también
me duele algo tu olvido, pero
sobre
todo, me hace daño tu ausencia.
Por
eso, cada vez más, quiero,
necesito
que vuelvas pronto,
y
así, podemos estar juntos
y
juntos, nos curaremos las heridas.
Y
por si todo lo anterior fuese poco,
has
de saber que, en este tiempo sin ti,
la
casa está mucho más fría e inhóspita
y,
más que nada, añoro tu presencia.
Ya
sabemos, por propia experiencia,
que
nada cambia con solo pensarlo.
Te
propongo que dejemos de ir de un sitio a otro
y
volvamos al calor de nuestra vieja casa.