Mis segundos veinte años
Llegas al Puerto y te asombra la
claridad.
Tienes escuela, trabajo y diversión.
Tienes escuela, trabajo y diversión.
La Bahía de Cádiz, qué cosa más
bonita,
y, además, se derrama la vida.
Aparece el mar: ¡cuánta libertad!
Vejer y Conil, llegan detrás.
Parece que el tiempo se ha parado.
Siempre es de día, trabajo y alegría.
Las noches suelen ser cortas
y, más que nada, para descansar.
Entre la claridad de la noche y el día
surgen colores, aparecen amores.
Igual que llegan, un buen día, se van.
Pasa el tiempo, a veces tienes miedo.
Volando, han pasado otros diez años.
Y cuando la vida parece que está
tranquila,
cuando parece que la estabilidad
domina.
Todo cambia: ilusión, llega mi
Carmela…
Juntos empezamos a vivir una vida
nueva.
Nos acoge, Alcalá de Guadaíra, en
Sevilla.
Cuando solos allí llegamos, nace
nuestra niña.
Nos tiene, nos entretiene, nos
absorbe.
Cuánta maravilla maneja nuestras
vidas.
Tanto nos domina, que ya casi no son
nuestras.
Todo pasa por su tamiz. Ella, sin
saberlo, reina.
Son muchos dulces momentos, cuánta
ternura.
La pareja sola se hace fuerte, sola se
consolida.
Se resuelven problemas graves, apenas
contrariedades.
Pasaron otros diez años. Y tantas
cosas pasan, tantas…
que, en ese momento, casi no tienen
importancia.