domingo, 25 de octubre de 2020

Poema nº 41. Ni causas ni banderas

 


 

 Ni causas ni banderas

 

Y si yo no creo en Dios:

¿Por qué lo traigo a colación?

¿Por qué creo que es injusto?

¿Por qué me preocupa tanto?

 

Porque en realidad,

lo que día a día comprobamos

es que los injustos son sus seguidores,

o algunos, sobre todo si son jefes.

 

Me refiero a los que aíslan por su Dios,

a los que excluyen, a los que separan

bien a los vivos, bien a los muertos,

a los que apartan para salvar o ser salvados.

 

Me refiero a los que, aprovechando el púlpito,

llaman a los hijos de otros, naturales;

o a los que enterraban a los muertos aparte,

porque murieron sin sus óleos ni gorigori.

 

Me refiero a los que sacan ventajas

por decir que son fieles y creyentes,

a los que actúan de cara a la gente,

a los que creen porque es rentable.

 

No tengo Dios, pero sí tengo hermanos.

Algunos de padre y madre,

otros los encontré en la calle,

pero también tienen mi sangre.

 

No creo ni en causas ni en banderas

que  hacen que unas personas sufran

o que otras personas mueran.

No quiero que el miedo llegue al tuétano.

 

Y este miedo, desde lo más profundo,

oculto y parapetado de mil maneras,

determine cuáles son nuestras creencias

y cuáles han de ser nuestras diferencias.