viernes, 25 de diciembre de 2020

Poema nº 45. ¡Qué pena!

 

  


                                                

  ¡Qué pena!  


Qué pena me dan los muertos.

Cuando los imagino a todos, allí,

en sus cementerios, tan quietos,

rodeados de tanto silencio.

  

Qué pena me dan tan callados.

Sería mejor que todos hablaran

y contaran el dolor que sufrieron,

hasta que la muerte se hizo con ellos.

  

Qué pena me dan que no cuenten,

además del dolor de la muerte,

la falta de comprensión ajena,

rodeada de su dura decadencia.

  

Ellos fueron los primeros en notar,

qué rápido lo importante se olvida,

qué pronto todo se cae de las manos

y qué fácil la muerte domina la vida.

                                                                                              

Qué pena me dan los muertos,

allí, tan quietos, tan callados,

todos rodeados de tanto silencio

y sin contar el dolor que sufrieron.

  

Y recordando a nuestros muertos,

no deberíamos olvidar a los vivos.

¿Hasta cuándo vamos a consentir,

que tantos mueran al comenzar a vivir?