Conil,
donde voy
Conil es diferente,
allí voy a vivir días sueltos,
también tiene un río,
que le sirve de bufanda cuando tiene
frío.
Un río pequeño, Salado,
que sinuoso y lento, llega al mar,
del que cuentan que canta,
letras por alegrías, en la soledad.
En ellas se dice que va vestido
con un bonito traje de lunares
y las olas de su playa
parece que son los volantes.
Pero son olas azules,
Pero son olas azules,
blancas y reventonas,
que salpican pequeñas gotas
de luz, alegría y serenidad.
Pueblo blanco, aterrazado,
de calles también empinadas,
Pueblo blanco, aterrazado,
de calles también empinadas,
donde yo he visto derrochar
gracia, ingenio, luz y alegría.
Como a menudo corre mucho aire,
su larga melena negra, que es rebelde,
ni puede ni quiere ir atada
y, por eso, con fuerza la lleva
suelta.
De tanto aire que a menudo corre,
De tanto aire que a menudo corre,
la gente dice que hay cuatro "mares",
los dos sabidos de siempre,
más la que parió al poniente y al
levante.
Pero cuando el mar está en calma
Pero cuando el mar está en calma
y el día es reluciente, una alfombra azul
parece que llega hasta África y sin
parar,
feliz y contenta, besa su arena y vuelve.