miércoles, 4 de diciembre de 2019

Poema nº 28. Dios no existe, pero la censura sí

 
Dios no existe, pero la censura sí
 
Si dios existe, algo que yo no creo,
yo me quedo con otro dios.
Yo me quedo con el dios
que maldicen los mineros,
cuando dentro de la mina
presienten que la muerte está a su vera.
 
También me quedo con otro dios.
Yo me quedo con el dios
que invocan los padres
al comprobar, una vez y otra,
que la muerte de un hijo
está cada vez más cerca.
 
No quiero al dios de la censura,
que todo lo ve, que todo lo cura.
Que antes de maneras bravas,
y hoy de otras formas más delicadas,
más suaves, más sutiles, más veladas,
me dice lo que salva o lo que aguarda.
 
¿Dónde están los dioses que liberan?
¿Cuáles son los que ayudan y nada esperan?
¿Dónde están los dioses que a los más pobres
por justicia, mejor por equidad, hacen prosperar?
¿Dónde los dioses que buscan los derechos
y, poco a poco, se alejan, cada vez más, de la caridad?
 
Ha llegado el momento de separar
a los que rezan y a los que quieren mandar.
Yo estoy de acuerdo en que recen, si quieren rezar,
pero fuera del poder y sin obligar a los demás.
Que todos sabemos que, para rezar,
no hace falta ni tanta censura, ni tanta catedral.