Sevilla
En
los campos de los alrededores,
aires de olor penetran en mi cuerpo.
aires de olor penetran en mi cuerpo.
Agradables llanuras plantadas de árboles,
donde se mezclan hojas verdes y flores blancas,
flores
blancas que, más tarde, serán las naranjas.
Flores
bellas, flores de azahares.
Azahares blancos en verdes sendas,
Azahares blancos en verdes sendas,
que
lucen al sol y juegan con las sombras.
Son
imágenes que buscan la alegría,
imágenes que, al verlas, quitan la pena.
imágenes que, al verlas, quitan la pena.
Así,
callados, nacerán los frutos tempranos.
Y
cuando se aproxima el jueves de la noche grande,
la noche grande de luna llena, para acortar la espera,
El aire, siempre pendiente, ayuda y se vuelve brisa.
la noche grande de luna llena, para acortar la espera,
el
azahar, a diario, perfuma con sutileza.
Con mucho cuidado, despoja su esencia,
Con mucho cuidado, despoja su esencia,
en
silencio, esparce el aroma de todas las flores;
a
cambio, la ciudad duerme y se inunda de sueños.
El aire, siempre pendiente, ayuda y se vuelve brisa.
Silente,
dispersa olores relucientes que adornan la noche.
Y
Sevilla, atenta, agradecida y callada, como siempre, brilla.
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