Mi hija
pequeña
Cuando algo presiente,
insisto que venga, y me lo cuente.
Como no quiero que se vaya,
estoy aprendiendo a dejarla.
¡Cuánto, mi niña, te necesito,
que sin ti, ya casi no existo!
Cuando quiero que juegue,
la llamo y, a veces, viene.
Como aspiro a que sea ella,
a mi manera, procuro recordarla.
¡Cuánto, mi niña, te adoro,
que tus penas las cojo y las robo!
Cuando escucho lo que cuenta,
si sonrío, me encuentra.
Como pretendo que aprenda,
trato de que no tenga rienda.
¡Cuánto, mi niña, te quiero ver,
jugar, luchar y, sobre todo, volver!
Cuando corre y salta,
si tiene fatiga, descansa.
Como le pido que se levante,
da la vuelta, y me dice que aguante.
¡Cuánto me duele tu ausencia,
que con tanta plenitud disfruto de tu
presencia!
Cuando le apetece canta,
bien o mal, según su garganta.
Como, a veces, tiene caprichos,
llora y me pone en entredicho.
¡Cuánto deseo tu vuelta que, con la
boca abierta,
pierdo la cuenta de los aviones que
llegan!
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