En las largas tardes de sábado,
en las que parece que nada ocurre,
en las que parece que nada ocurre,
tienen que pasar muchas cosas,
para que así se entienda.
Ahí, por momentos, por un instante,
como rayo raudo que cruza alegre,
la felicidad entra en tu mente
y acabas de ser feliz, lo sientes.
Simultáneamente realizas recuento,
miles de ideas acuden, bullen,
las ves como borbotones que hierven,
me siento dueño de la situación.
Percibes que, habiendo problemas,
cerca se atisban soluciones.
Esperan mil proyectos agradables
que
con suerte los verás realizados.
También nubes negras se acercan,
pero están más lejos, son débiles.
Y como ya no somos jóvenes,
nuestras vidas se complementan.
A veces, algunas, las llevamos encima
casi sin querer darnos cuenta,
como amable prenda vieja,
la pena, la llevamos puesta.
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