Qué bonito poder mirarte,
poder mirarte fijamente a la cara,
enfrentar tus ojos a los míos,
enfrentar tus ojos a mi mirada.
Hoy quiero hablarte,
hablarte con la mirada,
y así, callado, muy callado,
mirarte fijamente a la cara.
Quiero que me oigas bien,
para que veas y compruebes
lo arrebatador que es,
estar a tu lado en este día tan claro.
Y así, llegado el momento,
con alegría y a plena luz,
poder contemplar
tu cuerpo desnudo.
Tu cuerpo desnudo,
encendido, sinuoso, ondulado…
En el que pueda pasear
una mirada viva, sugerente.
Decir u oír, muchas cosas,
y estar con la boca cerrada.
Y así, poder contemplar, cuando te
vas,
tu maravillosa forma de ser y estar.
Y cuando llegue el momento,
y así lo hayamos decidido,
nos iremos a vivir, los dos,
donde la vida nos lleve.
Donde nos despierte la brisa
de una ventana medio abierta
y, con dulzura, nos arrulle un viento
fresco y suave, como el que viene del
mar.
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