sábado, 14 de marzo de 2020

Poema nº 33. A vosotros


 

A vosotros
 
 A vosotros, dioses,
dioses de otros mundos
que nadie os ve,
porque sois oscuros
como la noche negra,
y que decís que un día
vivisteis con nosotros.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si nos conocéis a todos,
cuidéis de los que sufren.

 A vosotros, dioses,
dioses invisibles
que nadie sabe dónde estáis,
pero que todo lo veis
y todo lo conocéis ,
y que sabéis que todos os tememos.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si verdaderamente
hacemos las cosas mal,
nos enseñéis el camino correcto.
 
A vosotros, dioses,
dioses todopoderosos del amor,
pero que a menudo
empuñáis el bastón de la ira
e inundáis la tierra
con todas las calamidades.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si el poder absoluto os pertenece,
dejad que los hijos sean
los que entierren a sus padres.
 
A vosotros, dioses,
dioses que nunca estáis contentos,
pero que tenéis bellas
representaciones patriarcales,
y que, a menudo,
sois destructores de la vida.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si la muerte es dolorosa,
evitéis que se haga
la dueña de la vida.
 
A vosotros, dioses,
dioses predicadores de la pobreza
como forma de vida,
pero que el oro
lo manejáis con astucia,
y que atesoráis riquezas
hasta más no poder.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si la pobreza es injusta,
seáis menos ricos y permitáis la equidad.
 
A vosotros, dioses,
dioses todopoderosos e inmorales,
pero que se os hacéis ver
como portadores de la bondad,
y que permanecéis subidos
en los pedestales de la muerte.
A todos vosotros, yo os pido, os exijo,
desde hoy y para siempre,
que, si en verdad esta es vuestra tierra,
consintáis que esta sea
una buena tierra y fructífera.
 
A vosotros, dioses,
dioses que os proclamáis
creadores de la vida,
pero que consentís
que maten en vuestro nombre,
sabed desde ahora,
que no queremos a los dioses que dicen ser
buenos, poderosos, justos,
generosos,  inmortales, sabios…
para luego, día a día, comprobar,
 ¡con tanto dolor!, que no lo sois.